Imagínate que eres una empresa que busca renovar su página web, o crearla por primera vez. ¿Necesitas un diseñador? ¿Un programador? ¿Es lo mismo diseñar una web que desarrollar una web? Vamos a tratar de aclarar estos términos.
Como usuarios, cuando pensamos en una web nos imaginamos la parte (audio)visual: esa que aparece al teclear la URL en nuestro navegador. Sin embargo, no es el único elemento necesario para que una web funcione o, mejor dicho, para que resulte útil como intermediario entre un proyecto y los usuarios.
Detrás de esta cara visible siempre hay un complejo desarrollo de software con funciones alejadas de la cara visible, pero sin duda elementales para el buen funcionamiento del proyecto.
Esto se debe a que en el proceso de creación de las páginas web confluyen dos formas de trabajo distintas, el diseño y el desarrollo. Y estas son ejecutadas por dos profesionales con perfiles diferentes: el diseñador web y el desarrollador web.
Diseñador y desarrollador
El diseño de una web es el trabajo del diseñador. Su responsabilidad en el proyecto está orientada a definir la apariencia de una página web, lo que ve un usuario que accede a ella. A través del diseño, se determina el aspecto general del resultado, que tendrá que ser programado por un profesional especializado en desarrollo web.
El desarrollador web, también llamado programador, se centra en hacer que la web o aplicación funcione mediante el uso de código. Para ello utilizará lenguajes de programación como HTML, CSS, Javascript, PHP u otros para “dar vida” a los diseños que se han definido.
Los conocimientos del diseñador están centrados en diseño gráfico, teoría de color, tipografías, flujo de información… mientras que el desarrollador tendrá que conocer lenguajes de programación y bases de datos. Aunque no es estrictamente imprescindible, siempre resulta beneficioso que ambos profesionales tengan algo de conocimiento del trabajo del otro, pues trabajarán estrechamente.
En duacode contamos con profesionales especializados en ambas áreas. Por eso, cuándo nos preguntan si somos un estudio de diseño o una empresa de desarrollo de software, siempre decimos que somos las dos cosas. Mezcladas, no agitadas. Para conseguir siempre el cóctel perfecto.